7/9/07

Las Utopías (Fábula)


Las Utopías*
Antonieta Mercado
San Diego, CA
Agosto 9 2007

Estaban dos utopías viendo hacia el horizonte, una, la romántica, veía en las puestas de sol la oportunidad de inspirar sueños de grandeza, de revivir esperanzas, de caldear ánimos de combate y preservación de honores añejos. La otra, de carácter realista no adjudicaba especiales atributos a las puestas de sol, eran para ella, sí, un espectáculo de la naturaleza en el cual la estética brillante de los rayos solares, le daba la oportunidad de concentrarse en los colores de la tarde y al final, ir tranquilamente, con los planes del siguiente día, a la cama. En eso, la utopía romántica le dijo a la realista: "necesitamos imbuir sueños épicos, esperanzas trascendentes que muevan cielo, tierra y universo cuando surjan, que la gente aspire a las más aventuradas ensoñaciones. Perder la razón o la vida por el amor a la mujer, a la patria o a cualquier otra cosa. Necesitamos batallas y rituales, generales con uniformes y doncellas esperándoles volver orgullosos del triunfo, o envueltos en el lábaro patrio vía al descanso eterno ganado con el honor de la justa. Muerte por convicción, épicas batallas con sus correspondientes rituales de glorificación.  Estamos cortos de sueños y los que se podían conseguir en los mass media, poco a poco han menguado su significado."
La utopía realista le dijo: "no me tome el pelo. Lo que verdaderamente necesitamos es un plan de acción razonable, un modelo de desarrollo ecuánime y mesurado, no sus sueños de grandeza que solo han traído infortunios y desilusiones. Necesitamos administrar acciones, balancear presupuestos, reparar daños. Hacer un plan para el progreso gradual. Este plan contará con medidas para reprimir los sueños de grandeza, los deseos de adoración y narcisismo. Además, como una prueba de nuestro compromiso con la mesura, proponemos la eliminación de los pedestales."

En esas estaban cuando llegó un sueño inoportuno y las increpó: ¿qué van a hacer ustedes por la humanidad? Las utopías han dejado de estar a la moda. Ya no se venden ni en barata. La gente simplemente ha dejado de creerlas. Han perdido su atractivo. Ni el dictador más fuera de sí propondría ahora una utopía cien por ciento romántica. Y en cuanto a ti realista, ni siquiera el director del Banco Mundial se atrevería a administrar un modelo falto de grandilocuencia. Seguiremos alternando entre las dos, pero no se llamarán utopías nunca más. La última utopía totalizadora se produjo en la Unión Soviética, y miren lo que pasó después: Stalin se encargó de borrar a los utópicos de las fotos poco a poco, a medida de que los eliminaba del mapa también."

Las dos utopías se miraron fijamente, ante la contundencia del sueño inoportuno, aceptaron su condición transitoria y su contexto contemporáneo de anquilosamiento. Una vez aliviadas de la carga de inspirar proyectos de vida y muerte, las utopías decidieron invertir sus pensiones de retiro en la bolsa. Contentas las dos adquirieron acciones en The Happiest Place on Earth para ver, por lo menos, algunos de sus anteriores sueños llevados a la práctica aunque fuera en maqueta. La inversión tuvo mucho éxito y las utopías se retiraron millonarias a vivir una vida disipada.

* Fábula inspirada en el Catecismo para Indios Remisos de Carlos Monsiváis.

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