10/18/09

Sindicalismo y "Modernización": El caso del SME y el Decreto Presidencial

Antonieta Mercado

Nominalmente la tasa de desempleo en México es apenas del 6 por ciento, pero en práctica es mucho mayor, pues la gran mayoría de la gente tiene empleos informales. La bendita informalidad que durante décadas, junto con la migración fueron válvulas de escape para el sistema, y para muchas familias (entre éstas la mía) que se ocuparon en actividades informales para irla librando.

En los fabulosos años noventas del siglo pasado, al final de los cuales el país estrenó su recién planchada democracia --coronada con el triunfo de Vicente Fox-- nunca nos imaginamos que la llamada "reestructuración productiva" iba a significar una mayor casualización del trabajo y mayor migración de mexicanos desempleados a los Estados Unidos. Tampoco imaginamos (o quizá no quisimos verlo) que esta casualización del trabajo implicaría una precaria e indigna calidad de vida para las mayorías. El 2009 nos sorprende con la noticia de que más de la mitad de los mexicanos viven en condiciones de pobreza y que a los 30 millones de pobres detectados por el gobierno de Fox, se añadieron por lo menos otros 25 millones más en apenas ocho años de administraciones panistas. No cabe duda que las políticas económicas neoliberales han incrementado vertiginosamente la brecha entre ricos y pobres y esto sucede a pesar de que la productividad se incrementa (junto con las ganancias). Aun cuando la productividad aumenta, si no hay organizaciones que demanden mejoras al empleo remunerado, entonces los montos obtenidos por el aumento a la productividad se los embolsan los dueños del capital. Esto ha pasado históricamente. Por ejemplo los años veintes fueron el pináculo de la llamada "Gilded Era" cuando se crearon algunos grandes multimillonarios con los avances tecnológicos y productivos, pero los beneficios no se extendieron para las mayorías. El momento histórico que siguió a la "Guilded Era" fue, como todos sabemos, la Gran Depresión de los años 30´s. Pues no hay régimen económico que aguante tanta especulación bursátil y tanto aumento de la productividad sin estallar. Lo han dicho los expertos en el capitalismo como Marx y Schumpeter. Por otro lado, los estallidos económicos arrastran consigo a los menos beneficiados de los periodos prósperos, entre estos a los trabajadores asalariados.  Es un hecho que cuando los trabajadores no se organizan, los salarios y la calidad del trabajo menguan para las mayorías.  

Es difícil hacer esta conexión, sobre todo cuando hemos sido acosados por los ideólogos de la "modernización" y por estar a un lado del lugar en donde éstos se manufacturan a granel (el llamado "gabacho" y sus universidades y "think tanks"). Estos personajes (tanto locales como visitantes) no tardan en poner el dedo a cualquier tipo de problema social y achacarlo a "la falta de modernización" o a las "viejas estructuras prevalecientes". Este diagnóstico está muy bien, nadie en su sano juicio quiere volver a las políticas autoritarias del pasado y la modernización sobre todo si lleva consigo la idea de progreso para todos, no suena tan mal. Pero cuando uno les pregunta a estos sesudos modernizadores ¿qué quieren decir con "modernización"? generalmente balbucean un credo ininteligible dejándolo a uno con cara de ¿what? Se habla poco de inversión en salud, educación o infraestructura y hablar de políticas de empleo, pareciera es un anatema si uno no quiere sonar incivilizado entre esas huestes "progresistas".  

Hago alusión al trabajo remunerado, porque en ésta última semana Felipe Calderón, el presidente que se autodenominó "del empleo" arremete contra una empresa paraestatal y su sindicato eliminando a esta empresa por decreto, el sábado 10 de octubre por la noche. Me refiero a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLyFC) y al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) respectivamente. El SME es una de las organizaciones más democráticas de América Latina. Desde luego, inmerecido es que la opinión pública le achaque los vicios que arrastra el viejo sindicalismo corporativo del PRI, cuando el SME nunca ha sido parte formal de las estructuras corporativas de este partido. Si bien ninguna organización está libre de vicios, el SME y sus trabajadores han mantenido una posición digna y combativa respecto a los gobiernos oficiales tanto del PRI como del PAN, e incluso el PRD. 

Los trabajadores electricistas se agrupaban en dos organizaciones, el SME (con CLyFC) y el Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM) que representa a los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad. La historia del SUTERM y el SME son distintas, el SUTERM nació oficialista en 1972 y abrigó en su seno a Leonardo "La Güera" Rodríguez Alcaine, quien más tarde sustituiría a Fidel Velázquez como líder de la famosa y muy priísta Confederación de Trabajadores de México (CTM). El SME por otro lado, ha conservado por casi un siglo su tradición combativa, que nació en 1914, cuando éste se formó entre las filas revolucionarias. El SME ha sido independiente casi durante toda su vida. Formó parte de la CTM únicamente durante un breve perído durante los 1930´s (cuando Vicente Lombardo Toledano estaba al frente de este organismo).  A finales de los años 40´s y principios de los 50´s el SME tenía la opción de la membresía individual dentro del PRI (aunque nunca colectiva, a diferencia de los demás sindicatos oficialistas). También el trabajo organizativo del SME había sido de gran importancia para que la industria eléctrica no se privatizara, aún durante las olas privatizadoras que hubo al inicio de las administraciones con política económica neoliberal cuyo primer representante fue Miguel de la Madrid Hurtado. Todos sabemos que la fortuna de Carlos Slim Helú, uno de los tres hombres más ricos del mundo, fue producto de esta ola de privatizaciones al adquirir TELMEX de manos del gobierno encabezado entonces por Carlos Salinas. Slim Helú es ahora dueño de casi el 7% de la riqueza de México y su compañía es un cuasi-monopolio que deja mucho que desear respecto al servicio y productividad. México tiene uno de los servicios telefónicos más caros en el mundo y es prácticamente un mercado cautivo para Slim. 

Por la manera en que se atacó al sindicato de electricistas (llámese SME para no cofundirlo con el sindicato charro SUTERM) y las razones que se han esgrimido para acabar con la Compañía de Luz y Fuerza del Centro de forma unilateral, es fácil asumir que el "presidente del empleo" y de la "democracia" está a favor del empleo informal y del autoritarismo. La decisión que tomó Calderón llamada "de sabadazo" hecha a la más vieja usanza priísta (aún cuando dice el gobierno que "si la compañía se creo por decreto, por decreto se deshace") es una muestra palpable de este autoritarismo. Lo irónico es que muchos "analistas" han secundado esta decisión diciendo que con esto "se acaba con los viejos bastiones del sindicalismo del PRI". Desde luego es estirar mucho el concepto de "viejo bastión del PRI", pues es el SME y no el SUTERM el que es atacado. Es el SME y no el SNTE, es el SME y no el sindicato petrolero. Es el SME, el sindicato tradicionalmente democrático y no los sindicatos charros por tradición. Es cierto que la última elección en el SME dejó mucho que desear tras el triunfo de Martín Esparza, en donde hubo varios recuentos y gran descontento dentro del sindicato una vez que éste fue declarado ganador con un márgen mínimo. Esta elección nos recuerda las irregularidades de la propia elección en donde Felipe Calderón fue declarado presidente en el 2006  y en el país vecino, la elección del año 2000 en donde George W. Bush ganó también por unos cuantos votos sobre su contrincante Al Gore. Estas dos elecciones generaron un inmenso descontento social en los dos países, pero aún así, la gente no abogó por acabar con las elecciones democráticas sólo porque el candidato ganador lo hizo por un márgen pequeño. Sin embargo, pese a la cuestionada elección reciente, el SME dista mucho de parecerse a otros sindicatos con líderes vitalicios y membresías corporativas como el SNTE, sindicatos que nunca celebran elecciones. ¿Por qué no se cuestiona desde el gobierno el papel (nada transparente ni democrático) de Elba Esther Gordillo por ejemplo que lleva veinte años al frente del sindicato de maestros (SNTE)? 

Los trabajadores del SME, tras una semana de movilizaciones se han sentado con el ejecutivo para dialogar sobre la posibilidad de derogar el decreto que desaparece a la CLyFC. Hasta el momento, el ejecutivo ha dicho que lo único que le ofrece al sindicato es una liquidación conforme a la ley y "cursos de actualización laboral" para que sus agremiados encuentren otro trabajo. Esto último pareciera una broma de mal gusto ante la situación económica mundial caracterizada precisamente por la erosión de los empleos formales.  Lo asombroso es que fuera de algunos diputados del PRD (que no todos) y Porfirio Muñoz Ledo (del PT), en el congreso mexicano no ha habido una discusión seria respecto a esta decisión autoritaria por parte del ejecutivo. ¿Qué no era México una democracia? ¿para qué está entonces el Congreso? 

La presencia de policía y el ejército en la sede de la CLyFC muestran el brazo duro del estado con toda su fuerza en contra de los trabajadores, con argumentos de que "la compañía no era rentable" o que "los trabajadores ganaban diez mil pesos en promedio". Sabemos que el SME se ha opuesto rotundamente a los ya varios intentos de privatización de la compañía, cuestión en la que habían sido relativamente exitoso, hasta que el gobierno encontró el camino fácil y autoritario de eliminarla por decreto.  Por otra parte, si los trabajadores tienen sueldos decentes y prestaciones, ¿no estaría en el mejor interés del gobierno el tratar de reproducir estas condiciones en más sectores de la economía mexicana? ¿por qué el salario de un electricista es para muchos un "privilegio" y el de un senador o diputado "un derecho"? ¿Que no los diputados y senadores tienen sueldos estratosféricos y en este debate han brillado la mayoría de éstos por su ausencia? ¿Qué decir entonces de los sueldos de la alta burocracia gubernamental, que en ocho años de gobierno panista ha crecido setecientos por ciento? Un gobierno que genera tantos millones de pobres, mientras multiplica el número y el sueldo de sus altos funcionarios debería declararse también poco rentable bajo esta misma lógica, ¿o no? 

Por supuesto, me asomo a los principales medios de comunicación mexicanos y todos hacen eco a la fanfarria de que el presidente no hace otra cosa más que "acabar con el viejo PRI" y "modernizar" al país. Me pregunto si en esta cruzada también el presidente ha incluído acabar con los excesos del poder presidencialista; este sí, viejo bastión del PRI que fomentó la falta de democracia y la cultura del dedazo, del tapado y del sabadazo. ¿Qué van a hacer los 40 mil trabajadores que han quedado sin empleo? ¿invertir su liquidación en un changarro y un vocho a la usanza Foxista? ¿emigrar? ¿ingresar a la delincuencia organizada? ¿Es así como un país se vuelve "moderno" engordando a sus élites y desamparando a sus ciudadanos? ¿estamos en vísperas del advenimiento de un segundo Carlos Slim producto del capitalismo de compadres y no de un verdadero proceso de modernización?

Quizá la dignidad y la seguridad laboral, así como el empleo no sean después de todo los reductos que tengan que desaparecerse en aras de "modernizarse" a toda costa, aunque no se entienda bien a bien qué es lo que esto significa. 

Para la información histórica del SME se consultó la tésis doctoral:  "Union Legacies and the Politics of Productivity: Corporatism, Clientelism, and Firm Reorganization during the Transition to Export-Led Development in Mexico" de James G. Samstad, Universidad de California, Berkeley. 

10/11/09

Vuelvo a escribir

Tenía mucho tiempo sin escribir. Este verano fue un tanto extraño, con un par de sorpresas poco amables, y con mucho trabajo y responsabilidades; a la par de que la zozobra por la crisis económica y los recortes presupuestales en la educación pública en California pesan sobre cada uno de los empleados, estudiantes o participantes en este sistema que ahora parece un castillo de naipes a punto de colapsarse. El verano transcurrió un poco entre preparar la clase de Comunicación como Fuerza social (primera clase que imparto como titular en EUA), terminar un book review, iniciar mi trabajo de campo en serio y preparar el viaje a México, mitad trabajo, mitad familia, mitad amigos (uy, ya van tres mitades!). No sé ni por dónde empezar. El viaje a México muy bien, fue interesante, emotivo, divertido y cansado (todo al mismo tiempo y en etapas). 

Ví a amigos que no había visto en años, conocí nuevos amigos, al tiempo que nuevos lugares, bellos e interesantes. Tomé muchas fotos, aunque no tan buenas como las hubiera deseado (en fin, no todo sale bien en la vida). El viaje por la Mixteca alta de Oaxaca fue maravilloso. Aunque Rosi y Noé (mis anfitriones en Oaxaca) me habían advertido de tener cuidado con tantísimas curvas. Después de seis horas de curvas por fin llegamos mi hermana, mi sobrina y yo a Juxtlahuaca, un hermoso poblado erigido entre montañas de piedra roja. Cuando me bajé de la van en Juxtlahuaca, mi cuerpo quería seguir moviéndose al ritmo de las curvas del camino, y fue cuando en verdad me sentí mareada.  Visitar Oaxaca es un viaje a sus más recónditos sabores (los siete moles, los chapulines, el glorioso mole negro, la hoja santa, los dulces de nanche y chilacayote), olores (mañana fresca, tierra mojada, café y chocolate en agua), colores: sus inacabables textiles, alebrijes, tapetes pintados con cochinilla, y sus inacabables muestras artísticas por cualquier lado que la mirada se pose y gente: gente amable, ceremoniosa, festiva, cálida. Por supuesto, también la mirada observa pobreza y necesidad. Pero no voy a ahondar en eso por ahora. 

México es maravilloso, pero entrados algunos meses en la crisis económica mundial, se siente ya la presión en las economías domésticas. Después de mi viaje decembrino, en donde todavía mucha gente no sentía lo pesado de la crisis, ví con tristeza que muchos negocios habían quebrado (especialmente galerías de arte y restaurantes en Oaxaca), tiendas de muebles y otros negocios en el DF. También me pareció ver más gente en la calle, en ocupaciones informales. Muchos más vendedores en el metro, fakires citadinos con bolsas de vidrios rotos y heridas en la espalda, limpiaparabrisas, viene viene, y "todo le cuesta diez pesos". Encontré a mucha gente a disgusto con la situación del país, con la falta de empleo e inseguridad. Este disgusto es mucho más marcado que en otras épocas y se siente mucho más a flor de piel.