7/18/07

El Agro Mexicano, Debacle en el Aniversario del TLC

El Agro Mexicano, Debacle en el Aniversario del TLC
Antonieta Mercado

Diciembre, 2002

El pasado 9 de diciembre se reunieron en la ciudad de Washington, D. C. los ex primer mandatarios George Bush de Estados Unidos, Brian Mulroney de Canadá y Carlos Salinas de Gortari de México, para conmemorar los diez años de la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, que conformó uno de los bloques económicos más importantes del mundo. Cabe recordar que el TLC entró en vigor más de un año después de la firma, el 1 de enero de 1994, fecha en que también dio inicio el levantamiento de campesinos indígenas en Chiapas en protesta por la implementación del tratado. El conflicto en Chiapas, a la fecha sigue sin resolverse.

Según informes de la reunión, el balance general del TLC es positivo: George Bush –padre del ahora presidente George W. Bush— dijo que en Estados Unidos se crearon nuevos empleos de mejor calidad y no “huyeron” masivamente los empresarios al sur de la frontera en busca de mano de obra barata, como lo pronosticara el entonces candidato independiente a la presidencia y opositor del TLC, Ross Perot.

Brian Mulroney, también impulsor del TLC, estuvo de acuerdo con Bush y añadió que los vaticinios de desastre –que incluían la fuga de oportunidades y capitales de Canadá hacia México—nunca ocurrieron y que su país también se ha beneficiado del Tratado al diversificar su economía. Mulroney mencionó marginalmente prácticas desiguales por parte Estados Unidos, tales como los blindajes económicos a productos del campo.

El ex presidente mexicano Carlos Salinas, reconoció también los beneficios del Tratado para México, aunque no perdió oportunidad para aprovechar el foro y comentar sobre la política interna de su país y criticar a su sucesor, el último presidente priísta, Ernesto Zedillo, por los problemas económicos que enfrentó México durante la segunda mitad de los años noventa. Salinas mencionó que el TLC amortiguó la crisis económica mexicana causada por el llamado “error de diciembre de 1994” atribuido por Salinas a Zedillo.

Se puede decir que el TLC redujo la dependencia económica de México de la exportación de hidrocarburos al impulsar la exportación y puso a este país en posición de recibir la ayuda financiera estadounidense durante la fuerte crisis económica de 1995. Sin embargo, menos del 30 por ciento de los mexicanos reconoce avances sustanciales en la economía, de acuerdo con datos de una encuesta realizada por el Centro Internacional Woodrow Wilson, mientras 48 por ciento de los estadounidenses y 38 por ciento de los canadienses mencionaron que el TLC fue benéfico para la economía de sus países.

De acuerdo con datos del Banco Mundial, la producción per cápita en México se estancó en la última década y las exportaciones de manufacturas se deben principalmente a las empresas transnacionales que ubicaron sus plantas en México. Muchas de estas empresas han comenzado a emigrar a China, en donde la mano de obra es considerablemente más barata.

Aunque Carlos Salinas mencionó la urgencia de negociar un acuerdo migratorio en el marco del TLC, poco se dijo en el encuentro de una de las causas de la migración de mexicanos a Estados Unidos: la devastación del campo y las condiciones originales de negociación del tratado que pusieron en desventaja a los campesinos mexicanos que han sido obligados a competir con la poderosa industria agrícola norteamericana. El agro mexicano, que trabaja con tecnología pre-industrial y que utiliza riego de temporal, no ha superado las desventajas originales que enfrentaba al inicio del TLC.

La devastación del campo mexicano ha llevado a muchos campesinos a abandonar las actividades agrícolas y sus terruños y emigrar al norte, mientras los productos que podrían cultivar en sus parcelas, llegan del exterior a precios sin competencia. Esta situación ha acentuado el problema migratorio. Simplemente en la última década, que coincide con la firma del TLC, han emigrado más de tres millones de mexicanos a Estados Unidos, treinta por ciento más que en la década anterior, de acuerdo a datos del Consejo Nacional de Población, aunque se estima que la cifra es mayor.

Esto no es poca cosa, pues se ha puesto en juego la producción de alimentos y y el bienestar de la población. México, de haber sido un país relativamente autosuficiente en la agricultura apenas hace una década, ha pasado a ser dependiente de las importaciones, incluso de granos básicos. Recientemente el maíz, producto base de la alimentación nacional, se ha sumado a la larga lista de importaciones agrícolas.

No todos en México han sido afectados por este cambio económico, algunos intermediarios y empresarios importadores de alimentos han amasado considerables fortunas. Empresas mexicanas, tales como Maseca y Bimbo, que distribuyen alimentos y compran granos de trigo y maíz baratos en el exterior, se han beneficiado con la forma que ha tomado la producción agrícola en el marco del tratado. Mientras los campesinos productores de granos básicos, así como los piñeros y azucareros entre otros, carecen de incentivos y apoyos para competir con un mercado externo excesivamente protegido y financiado y de alta tecnología, como lo es el agro estadounidense.

Los productores agrícolas estadounidenses han utilizado el TLC en su beneficio y han bloqueado en muchos casos el flujo de productos mexicanos a este país. Un ejemplo claro es el caso del aguacate mexicano, producto casi ilegal en California, estado en el que los productores locales han bloqueado su importación con el argumento de constantes “plagas” en un producto con el que no pueden competir.

El anterior es sólo un ejemplo de dudosas prácticas de bloqueo y blindaje económico que no son sancionadas dentro del TLC. Esto se acentuará a partir del 1 de enero del 2003, al dar inicio la llamada “cuarta etapa” de este acuerdo comercial, en la que entrará en vigor la liberalización de aranceles en el sector agropecuario. Esta “liberalización” significa una sentencia de muerte para muchos productores mexicanos, sobre todo en el caso de los maiceros, que han perdido la esperanza de una recuperación.

El problema migratorio al que aludió Salinas en el aniversario de la firma del tratado, es una de las tantas caras que muestra el empobrecimiento de la población de México ante un modelo económico desfavorable que ni el “liberalismo social” que trató de revivir en su discurso en Washington, pudo combatir. Este tampoco es el único problema en la agenda pendiente ente México y Estados Unidos. El fracaso en el campo mexicano es la combinación de prácticas ilegales dentro del TLC y un excesivo optimismo de los beneficios de este acuerdo por sí sólo, así como el desdén de la política económica mexicana hacia agricultores. Mientras la política económica de México siga calificando como “avance” la proliferación de empresas importadoras de productos agrícolas y no implemente una efectiva defensa de sus campesinos productores, seguirá habiendo ocasión para observar el agravamiento del problema migratorio y recordar adaptaciones ideológicas del neoliberalismo que una vez más demuestra su ineficacia para mejorar los problemas del tercer mundo.


Este artículo apareció originalmente publicado en el diario La Opinión de Los Angeles, el 15 de diciembre del 2002

1 comment:

Anonymous said...

Good words.