3/1/12

Razones para subir montañas (por Carlos Muñoz Gutiérrez)

Hace algunos meses, revisitando una de mis revistas favoritas de filosofía, me dí cuenta de que ya no se publicaban nuevos números. Su fundador, Carlos Muñoz Gutiérrez, había cerrado la revista, después de algunos muy productivos años en lo que publicaron muchas voces y reflexiones filosóficas.

Yo había estado sumamente ocupada terminando mi disertación, así que no había visitado la página de la revista en un buen tiempo, por lo cual me sentí un poco culpable de que Carlos hubiera determinado cerrarla. En algún momento incluso había pensado en enviarle una colaboración, pero mi aplazamiento convirtió esa colaboración en algo prácticamente imposible.

Sin embargo, en el mismo sitio de la revista, encontré este vídeo, que prologa un libro del mismo Carlos en el que explica las razones para escalar cuestas altas, y subir montañas. Así como las decisiones en la vida que nos llevan a hacer lo que hacemos, y no dedicarnos a otra cosa, por ejemplo....él lo dice, el funambulismo.

El vídeo encierra mucho de lo que yo estaba viviendo al escalar la enorme montaña de finalizar un doctorado. Cuando crecí en ciudad Neza, nunca me imaginé que iba a estudiar un doctorado y mucho menos en fuera del país, y menos todavía hacerlo en otro idioma. Todos esos retos se me agolpaban encima con la culminación de mi tésis y la defensa de la misma. Por supuesto, muchas personas y circunstancias contribuyeron a el logro de este doctorado, pero también mucho se debe a la suerte, al azar, a la necedad y necesidad de seguir descubriendo cosas y haciéndome preguntas.

El vídeo de Carlos es entonces muy afín a lo que he estado viviendo en los últimos meses, entre terminar y encontrar un lugar permanente para trabajar, cosa que por fortuna sucedió. Al respecto escribiré más tarde y con más calma. Por lo pronto, dejo el vídeo de Carlos, con profundo agradecimiento a sus excelentes reflexiones.


Paso a Paso. Razones para subir montañas. Crestas from A Parte Rei on Vimeo.

"Imaginen que en una cordada, uno cae al lado de la arista, ¿saben cómo hay que comportarse? el otro, el compañero debe tirarse al vacío por el lado contrario. Sólo así se podrá contrarrestar el peso del compañero que cae, sólo así hay una alternativa de no ser arrastrado en la caída del camarada. Hace falta mucha valentía para actuar con rapidez, no cabe la dilación ni reflexión. Hay que automatizar los reflejos. Pero no hay última estación, y sin embargo de esa vez, el conocimiento consciente, racionalizado debe suplir el nunca antes, hacer posible también el nunca después. El conocimiento consciente, el metaconocimiento cumple también con estas funciones.

Por eso los animales no escalan, por lo menos no lo hacen unidos por una cuerda. Observen que la cuerda, el elemento fundamental de seguridad en la escalada, es un arma de doble filo. Aquello que te une también te arrastra. Y por eso las uniones entre humanos, pueden terminar trágica, o dramáticamente. Por eso los divorcios, las separaciones, la muerte, es traumático. Inevitablemente arrastran violentamente al otro cabo a un lugar que no se espera, o no se desea.

Pero en la montaña, ya no es metafórico...el vínculo es real y la cuerda tira y estrangúla y une los destinos de sus componentes hasta tal punto que solo un conocimiento tácito, una sabiduría que transmiten los hilos entretejidos del cordilo, la convierten en seguro y no en peligro.

Por eso hay algo muy humano en una cordada, como lo hay en todo vínculo que se establece entre los hombres. Hay algo específicamente humano, demasiado humano, esencialmete humano el consentir atarse con alguien a una cuerda.

No solo hace falta confianza, hace falta sobre todo que por la cuerda fluya ese conocimiento de la acción del otro, ese sentir al otro, ese percibir lo que le pasa al otro. Más allá del horizonte de la mirada, más allá de la recepción de la voz, debe llegar la compenetración de los integrantes del lazo. Compenetración...volvemos al orígen, a la cópula, al cordón umbilical, a la mano tendida que nos ayuda a caminar, paso a paso, para ganar autonomía, para separarnos de nuestro orígen e iniciar un camino propio. Como en un funámbulo, uno afronta la vida en soledad, pero en el paso difícil, comprometido, peligroso, siempre nos podremos atar con alguien. Compenetrarnos, superar el riesgo e incluso producir nueva vida. No habrá nueva vida, sin un lazo que nos una, que nos coloque en los cabos de una cuerda."