9/6/14

Un Hombre Alado: Gustavo Cerati



Es imposible pensar en el Rock en español, sin pensar en el grupo argentino Soda Stereo y su líder Gustavo Cerati, quien murió el pasado jueves cuatro de septiembre de un paro cardio-respiratorio tras cuatro años de estar dormido en un coma profundo. Soda Stereo no fue el primer grupo de rock en español, sin embargo, fue el que más trascendió fronteras en los países de América Latina y el llamado mundo hispano y comandó con una sensualidad inusitada un liderazgo bien ganado, abriendo el camino para otras bandas y para que el rock en español fuese tomado en serio tanto por productores como escuchas y vigilantes de las buenas conciencias. Antes de Soda Stereo, el rock era "underground" en nuestros países (a menos que fueran melosos covers de música en inglés, que muchos de nuestros cantantes interpretaban para los oídos de los "hijos de buenas familias").  El rock y más el rock compuesto y cantado en español para el gusto y la experiencia de la gente que no hablaba inglés, era considerado como una mala influencia tanto por nuestros afamados gobiernos autoritarios en el mejor de los casos, o de plano dictatoriales, en el peor; como por sociedades chatas y conservadoras. Recuerdo de niña en México cómo la música de El Tri de Alejandro Lora (antes Three Souls in my Mind), un grupo mucho más antiguo que Soda Stereo y uno de los pioneros del rock en español, no era considerada "culta" y muchas familias de la clase media alta, ni siquiera permitieron a sus retoños exponerse a "esa música para locos" como el mismo Lora lo ha dicho. La música de Lora, si bien abarca un gran espectro de temas, se centraba en la crítica social y fue difícil que se convirtiera en comercial. Si bien lo hizo, pero tardó varias décadas hasta que los representantes de los conglomerados mediáticos como Televisa y TV Azteca, buscaron ellos mismos a Lora y al Tri para aprovechar la fama que el pueblo les había dado a pesar de las trabas mediáticas y las prohibiciones gubernamentales a las tocadas del Three Souls en los sesentas y setentas.  Me considero afortunada, pues aunque yo era yo muy pequeña para entrar en los hoyos fonki que se organizaban en ciudad Nezahualcóyotl en donde nací y crecí, y en donde muchas veces tocaba El Three Souls in my Mind, mis hermanos mayores y sus amigos sí tuvieron acceso a la música del rock ya que los censores de la moral poco se preocupaban de lo que se escuchaba en las calles sin pavimento de los barrios periféricos del DF. Así que en la colonia en donde crecí, mi educación sentimental se aderezaba escuchando la música de Lora, a el grupo La Revolución de Emiliano Zapata que en sus inicios experimentó con interesantes ritmos de guitarra y letras llenas de liberación sexual y política hasta que fueron censurados por el gobierno y optaron por unirse a la ola de melodías gruperas de la época, algunas canciones de Led Zeppelin o de los Creedence, junto a sendas tardes con la música de José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández o los cumbiamberos colombianos, como Lisandro Meza y la infaltable Celia Cruz.  Por supuesto tampoco faltaban las canciones más fresas de los Beatles y una que otra de los Rolling Stones que impactaba por atreverse a decir algo nunca antes dicho.  Michael Jackson abría la década de los ochentas con el rock en inglés transformado en el pop comercial, ya con pocos tintes políticos, mientras que Cerati y su "Soda Stereo" comenzaron a sonar fuerte en México a finales de la misma década. Con Soda, el rock en español dejó su carácter clandestino para convertirse en un júbilo de los sentidos, en una experiencia sensual y armoniosa para celebrar la vida, y también en un negocio lucrativo. Argentina salía de una dictadura militar, y en muchos países latinoamericanos como en México, la llamada "dictablanda" del PRI nos había dejado con hambre de significados  y de creación artística. La época que se desencadenó con Soda Stereo fue de una apertura inusitada a la creación musical. El Rock por supuesto fue un vehículo para la expresión emotiva y social. En México los Caifanes, La Maldita Vecindad y el emblemático grupo Café Tacuba iniciaban casi a la par de Soda, y en cierta forma la popularidad de la banda de Cerati fue crucial para que se abrieran puertas mediáticas para que la música de estos grupos fuese difundida fuera de la periferia urbana que mucho la alimentó de ritmos y significados tanto de expresión personal, como social. Recuerdo bien esa increíble canción de Soda llamada "En la Ciudad de la Furia" que acompañó muchos de mis paseos y jornadas escolares en el transporte público de la Ciudad de México. En esa canción, un hombre alado, vuela por la ciudad de la furia (Buenos Aires) hasta que la ciudad misma abre las piernas para que él duerma en ella. Cualquier habitante de una ciudad grande se identifica con esta hermosura de canción, ver a su ciudad imponente, pero "tan susceptible"a lo sensual de un visitador alado. Antes ya se escuchaban "Persiana Americana" "Nada Personal" y "Cuando Pase el Temblor", ésta última que cantábamos en el DF cuando nos acordábamos del terremoto que devastó a nuestra ciudad en 1985. Después vinieron otros temas, como el famosísimo "de música ligera" emblemático de nuestra generación y que cantábamos a voz en cuello mientras nos alcanzaba la vida adulta. Gustavo se presentaba a veces maquillado, y con esos peinados muy ochenteros, tirando a gótico y rarísimo. Siempre fue experimental, tanto en su música, como en su manera de presentarse. Soda siguió cosechando éxitos, hasta que se separaron en 1997 (todavía todos muy jóvenes, Gustavo apenas con 38 años). Lo que vino después fue una exitosa carrera como solista, muchas más presentaciones,  el llamado "Episodio Sinfónico" en el que impacta con la interpretación de sus canciones con sinfónica, la exploración de música con mandolina como en "Fuerza Natural", su último álbum, una reunión en el 2007 con los otros miembros de Soda Stereo y recitales por varias partes del mundo, incluido Estados Unidos. También con la gran Mercedes Sosa, Cerati grabó una hermosa versión de "Zona de Promesas"una canción casi premonitoria dedicada a su madre en la que le pide esperar por una recompensa al final de una larga jornada. Esta canción encierra una belleza rara considerando que tanto Mercedes como Gustavo ya no están con nosotros, y que no hay promesa que pueda con la cita final que todos tenemos.  Gustavo se encontraba trabajando cuando sucedió lo del accidente cerebro-vascular en Venezuela. Tenía 51 años. Se sintió mal durante un concierto, y al final, los medios dijeron que le vino una "descompensación." Pero en realidad Cerati estaba en coma, y en pocos días fue trasladado a Buenos Aires, en donde su madre Lilian Clark cuidó de él por cuatro largos años en los que Gustavo se convirtió en nuestro bello durmiente del rock, y al que todos teníamos la esperanza de volver a ver cantando, de escuchar alguna melodía más de su guitarra, su inspiración y su voz. Todo lo que venía de Cerati era sensualidad (aun si eran quejas o bromas), por eso me sorprendió que hace un año, el Papa Francisco respondió la carta de un amigo de la familia Cerati, Gustavo Masó en la que le pedían orara para que Gustavo despertara del coma. La respuesta de Francisco fue generosa, pues agradece la misiva de Masó por reconectarlo con Gustavo y citando al gran Borges, alude que "sólo una cosa no hallé (sic), es el olvido" y que  las noticias del líder de Soda Stereo soplaron las brisas de un recuerdo en Francisco quien también reconoció a la mamá del músico por su valentía en esos años de vigilia. Conectado como está el Papa con los sentires de el pueblo, no es extraño que le gustara la música de Cerati.  El Papa Francisco también envió sus condolencias tras saber de la muerte de Gustavo hace dos días, uniéndose a un vasto público latinoamericano que llora su ausencia y que acompañó ya sea en persona, o como audiencia al cuerpo del músico al cementerio de la Chacarita en Buenos Aires para decirle adios. En una de las reseñas, se observa el comentario de un periodista que dice: "y la multitud cantó Entre Caníbales mientras la mamá de Cerati los saludaba desde un balcón y agradecía la acompañaran en estos momentos de tristeza". Interesante que pese al dolor ante la muerte, la multitud siguió recordando esos temas llenos de erotismo  como el citado y lo cantaron para ofrecerle un homenaje y decirle, como él mismo lo decía al público "gracias totales" por toda esa belleza que nos dio.

Antonieta Mercado



8/26/14

Papá Cronopio: Los 100 años de Julio Cortázar

Hoy haciendo una búsqueda de trabajo en google me encontré con este doodle festejando a Julio Cortázar, el cronopio del surrealismo literario latinoamericano. Cortázar dejó una obra monumental y entre sus grandes aportaciones está Rayuela, una novela emblemática del boom Latinoamericano.  Sin embargo, la invención audaz del "cronopio" lo ha puesto cerca del imaginario de los que nos inspiramos con las simples cosas cotidianas. Los cronopios no esperan los grandes sucesos para ser felices, sino que le sacan jugo al vivir diario y sufren cuando toca sufrir. La idea cortazariana es que los cronopios son como Julio mismo era: seres despreocupados que se dedicaban a disfrutar de la vida y abrazar la existencia propia y ajena. Los famas, némesis de los cronopios, son aquellos personajes que tienen que controlar la vida para sentirse que les sale bien. No disfrutan el momento, porque viven ansiosos por el futuro, por la apariencia, por la plata, la fama, lo que piensen los demás y que la vida no solamente les salga bien, sino que se vea bien a los ojos de los demás (hey, habitantes del Facebook). Así es que los famas siempre planean, monitorean y juzgan, sobre todo a los cronopios, que son seres que los famas no aguantan. Las esperanzas son anómalas y en realidad una añadidura chusca al binomio cronopio-fama. Pero desde luego, los famas necesitaban a alguien a quien dirigir sus caridades, así que las esperanzas les vienen perfectas porque son temerosas, descuidadas, necesitadas de protección, pero en el fondo buenas y como el mismo Julio lo dijo, un poco tontas. Los cronopios no pueden nunca ser depositarios de la caridad de los famas, ya que para cualquier cronopio la vida es bella tal cual es, con sus ratos buenos y sus ratos malos. Después de todo, belleza no quiere decir felicidad. 

Bien por Google y por recordarme de este fantástico y lúdico mundo cortazariano, que tanto me hizo disfrutar en lecturas juveniles.  A cien años del natalicio de papá cronopio, aquí una de sus historias.


Viajes 
Julio Cortázar (Historias de Cronopios y Famas, 1962)

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se translada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades. Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas". Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios. Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.