Antonieta Mercado
Aquí está el nuevo año. Apenas ayer parecía salido de papel de celofán, el tiempo envuelto para usarlo así nuevecito, en nuestros proyectos más deseados. Han pasado muchas cosas desde mi último post. Avancé un par de capítulos más para el borrador de la disertación. Los demócratas justo perdieron el control de la cámara baja en las últimas elecciones intermedias de noviembre, en las cuales la mayoría de los votantes fueron gente mayor de la raza blanca.
El "Dream Act" (propuesta que pondría en el camino para obtener la legalización a los estudiantes universitarios y miembros del ejército que son indocumentados) también sufrió un revés al no ser aprobado ni por la cámara ni por el senado. Esto sin duda fue un revés para el mismo Obama, quien por lo menos se había comprometido a pasar el "Dream Act."
El Viernes Negro (el día después de Acción de Gracias) reportó ventas más o menos promisorias y el índice de confianza del consumidor repuntó un poco durante las fiestas de fin de año. Aunque no sin bastantes reservas, pues mucha gente está permanentemente desempleada o subempleada sorteando la crisis que ya va para más de dos años.
Por otro lado en México, siguió la sangría en las calles. La activista Marisela Escobedo fue muerta frente al palacio de gobierno en Chihuahua, por el asesino de su hija mientras protestaba la liberación de este meses atrás por un grupo de jueces que aludieron "falta de pruebas" aún cuando éste confesó haber matado a la hija de Marisela. Esto es sin duda un golpe triste y muy fuerte a la cada vez más diluída confianza de la gente en México. Durante los mismos días, y ante el furor de la prensa nacional e internacional por el asesinato de Marisela, y las amenazas y atentado contra su familia en el que murió el hermano de su pareja justo el día del funeral de Marisela; la tragicomedia mexicana nos muestra a un Diego Fernández de Cevallos liberado. "El Jefe" lucía rozagante, barba crecida, pero bien cuidada, manejando un Mercedes Benz y con ramo de rosas rojas en mano para darlo a su esposa, haciendo la entrada triunfal a su residencia, luego de siete meses de haber estado secuestrado bajo las condiciones más extrañas que se puedan imaginar. "El Jefe" declaró que ahora tenía un llamado por la justicia social en México, ya que sus captores lo habían convencido de ello. ¡Válgame!
La aparición de Diego enturbió las aguas en la opinión pública, mientras los hijos de Marisela Escobedo (los que quedan) pedían asilo a los Estados Unidos por ver amenazada su vida por los propios asesinos de la hermana y la mamá. Justo ahora uno de ellos sigue detenido en las instalaciones de migración en El Paso, mientras se resuelve su asilo.
Diciembre también nos propinó otra jornada de "Teletón" el cual es vastamente apoyado por las mayorías (sobre todo los consumidores de televisión en México), y vastamente repudiado por algunas capas de izquierda las que se dan cuenta que el "Teletón" poco o nada tiene de "filantropía" y sí mucho de espectáculo y fraude. Por lo menos ayudan a los niños ¿no? dirían los que gustan de tal espectáculo. Bueno sí, claro. Ayudan a algunos, a cambio de reducción de impuestos y hartísima autopublicidad pía para las televisoras. Es un círculo vicioso, un gusano que se come a sí mismo en autocomplacencia.
Y luego nuestro planeta tierra, sintiéndo los embates del cambio de clima nos regala temperaturas extremas el mismo día en México, nevadas en Europa y la Costa Este de Estados Unidos, y un verano tardío en California el cual se empata con un inminente invierno que de todos modos nos llega justo antes del solsticio, muy de sopetón.
Justo ahora mismo, leo el periódico para enterarme que 2010 fue el año en el que hubo más feminicidios en Ciudad Juárez con 306, y que solamente entre 2009 y 2010 hubo el 50 por ciento del total de los feminicidios que han ocurrido en 15 años. En México se respira un clima violento, de desazón, no es de extrañarse que las mujeres estemos sufriendo la violencia, física y psicológica de esta crisis. Pero también en el resto del mundo. El 2010 nos hizo ver las calles de Grecia, Portugal, Francia, Inglaterra, y muchos otros países del mundo en tumulto. La crisis se agudiza, mientras lo que un amigo mío calificó como "la transferencia de capital más grande de la historia de los pobres y las clases medias hacia los ricos" sigue su camino, en algunos sitios de manera descarnada (como en México, Libia, Malasia), y en otros de manera todavía velada, pero no menos efectiva, como en Estados Unidos y Europa.
Decía Aristóteles, que una comunidad política tenía que garantizar las condiciones materiales para que sus habitantes desarrollaran las mejores pasiones de las cuales eran capaces, pasiones tales como la amistad, la empatía, la confianza. El mismo Aristóteles notó, hace más de dos mil años, que cuando existe la desigualdad, pero sobre todo la polarización en una sociedad, estas pasiones que ayudan a que la comunidad se fortalezca, son sustituidas por otras pasiones, más destructivas, como la envidia, la violencia, la desconfianza, afectando al final, a toda la comunidad, pues los ricos no pueden sostener el acaparamiento sin enfrentar a las hordas de desposeídos que han perdido el sentido de solidaridad (el mismo que los acaparadores perdieron antes).
En el sentido Aristotélico, pese al sostenimiento de las clases medias durante la segunda mitad del Siglo XX (única época histórica en la que ha habido clases medias fuertes) nos las hemos arreglado para volver a un sistema altamente desigual (como reloj de arena, dirían los que saben). Hoy mismo lo dice el columnista Nicholas Kristoff en el New York Times: la distribución de la riqueza en Estados Unidos es desigual, pues el 1% de la población de la élite económica tiene más riqueza que el 90% de la población. De allí que las malas pasiones, como la violencia y el consumo de drogas se haya incrementado entre los sectores menos favorecidos.
México y Estados Unidos (pero otros puntos del orbe también) están sintiendo esta desigualdad. México lo vive de una forma descarnada, en donde las élites políticas y la delincuencia organizada ya no tienen mucha distinción. Estados Unidos ya lo resiente, pues al agotarse los recursos de seguridad social e infraestructura que dejaron décadas de apoyo a la clase media, las pasiones engendradas por la polarización económica no tardarán en manifestarse de forma violenta, de hecho ya se manifiestan así con el clima xenofóbico que se agudiza con la crisis y que hace de los inmigrantes los blancos ideales para el odio.
Como una buena nota, cierro esta reflexión con el final del periodo de gobierno de Luiz Inacio "Lula" Da Silva, en Brasil. Quien pese a algunos reveses durante su doble mandato, se retira con 87 por ciento de popularidad entre sus gobernados (más que Nelson Mandela que se retiró con 82 por ciento). Sin duda, el gobierno de Lula ha beneficiado mucho a las élites poderosas y ricas de Brasil, pero también a los pobres. Sin duda tienen un problema fuerte de narcotráfico, que seguramente se genera en los sectores pudientes, pero se vive dramáticamente en las Favelas de Río de Janeiro, o en los suburbios de Sao Paulo. Sin embargo "Lula" fue inteligente al establecer políticas de empleo y preocuparse por la mejoría para las clases medias y los pobres; esto se tradujo en una mejoría también para las élites, al convertirse Brasil en un lugar para inversión estable.
Me pongo a pensar en México, hace cuatro años, cuando mucha gente en la élite decía que el candidato de la izquierda era "un peligro para México" (campaña que impulsó el PAN y su candidato Felipe Calderón para atemorizar a las clases medias y no votaran por Andrés Manuel López Obrador). Me pregunto que pensarán ahora. Pensando estrictamente como piensan ellos, México bajo el mandato de Calderón y su sangrienta guerra sin estrategia contra el narcotráfico, se ha convertido en un producto indeseable para los negocios lícitos (pero altamente deseable para el crímen organizado y la violencia, dada la alta impunidad).
Pero si estas élites que pensaban que México se "vería muy mal" con un "líder tropical" como le llamaron a López Obrador deben estar pensando dos veces ahora, que algunos han tenido que abandonar el país al ver su integridad amenazada por el rampante crimen y la corrupción e impunidad.
Aunque no me gusta pensar en términos de "productos" el "producto" Lula fue mucho más efectivo que el producto "Calderón." Estamos viviendo las consecuencias de estas decisiones o baches históricos. Esperamos ser más inteligentes y previsores en el futuro.
Feliz Año Nuevo 2011.
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