Antonieta Mercado
El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) desarrolló el concepto de “Capital Cultural” con el propósito de explicar los problemas académicos de niños provenientes de distintas clases sociales. Bourdieu estaba convencido que la falta de “capital” medido en términos de dinero no era la única razón por la cual los niños provenientes de clases sociales desfavorecidas no presentaban el mismo rendimiento en la escuela que los que venían de las clases pudientes.
Según Bourdieu, existen principalmente tres formas de capital, el “capital” en este caso considerado el económico, medido en forma de bienes y dinero. El “capital cultural” que es el conjunto de bienes culturales adquiridos por la persona, pero que no son tangibles sino que se incorporan en la existencia biológica y psicológica, y se manifiestan por medio de actitudes, posturas, gustos, inclinaciones, formas de comportarse, decisiones de consumo, etc. La inversión en capital cultural requiere tiempo y dedicación, pues la persona debe aprender todas estas actitudes de “refinamiento” que la alejarán del promedio. En tercer lugar, está el “capital social” que son las relaciones personales que se establecen con los demás. Estas tres formas de capital interactúan con el contexto particular en la formación de clases sociales.
Pierre Bourdieu
Bourdieu también notó que muchas personas piensan que “se nace” con buen gusto, o con actitudes refinadas o educadas, ya que comúnmente se olvida el momento de su adquisición y se sublima el capital cultural al pensar que simplemente “la clase nos viene desde la cuna”. Sin embargo, “adquirir” actitudes de “buen gusto” toma tiempo. Estas actitudes generalmente se adquieren en la escuela y en la familia. De esta manera, muchas personas que vienen de familias con alta concentración de capital cultural, se comportan “naturalmente” con clase y estilo, pues estas actitudes son practicadas cotidianamente en sus hogares y las han visto en los adultos que los rodean desde niños. De igual forma, estos comportamientos son los más favorecidos en el ámbito institucional, como por ejemplo en las escuelas o en los centros de trabajo. Por lo tanto, los niños que provienen de familias con capital cultural alto, sabrán cómo comportarse también en la escuela y buscarán allegarse recursos a través del capital social para incrementar su capital cultural y a la vez sus posibilidades de obtener capital a secas. Estos tres capitales comúnmente se conjuntan, aunque altas concentraciones de capital cultural, no necesariamente significan que se posee o se poseerá capital. Sin embargo, tener capital cultural sí facilita colocarse o acceder a situaciones en las que es posible beneficiarse del capital de otros. Por ejemplo, si se es artista plástico, existe la oportunidad de acceder a gente con dinero para que compren las obras producidas.
Así es que Bourdieu estaba describiendo la razón por la cual muchos de los estudiantes de las escuelas no tenían el rendimiento adecuado, pues se encontraban en una arena en la que las actitudes y comportamientos favorecen aquellos que se adquirieron en familias acomodadas o de clase desahogada económicamente y a la vez con alto capital cultural.
Los estudiantes proletarios tenían una gran desventaja frente a los otros, pues el capital cultural que habían aprendido en sus familias, no es generalmente bien visto en los corredores académicos de las escuelas. Las nuevas relaciones que adquirían los estudiantes con compañeros y maestros, no otorgaban valor al capital cultural de familias proletarias y estos estudiantes experimentaban un choque cultural importante, al no saber cómo comportarse, o tomar tiempo en desarrollar las actitudes “bien vistas” en el contexto escolar.
Bourdieu desarrolló el concepto de “habitus” el cual describe estas actitudes. Un habitus “favorable”, es el que se desarrolla con la conjunción de las tres formas de capital y se refina con el capital cultural. El habitus se manifiesta en la persona humana, en sus gustos, su forma de caminar, y de conducirse. El habitus es un concepto complejo, que Bourdieu retomó para describir precisamente el desarrollo del llamado buen gusto y de la clase.
Al estudiar las formas de capital y el habitus, uno puede concluir que no se nace predispuesto naturalmente a ninguna especial actitud de clase. Eso sí, se nace en una estructura social y familiar determinada, y se adquieren las características asociadas a esta estructura en la medida en la que uno va creciendo. Adquirir características digamos de “otra clase social” requiere antes que nada contacto con personas de esa clase social, así como tiempo y entrenamiento, o por lo menos observación concienzuda de las actitudes de clase. Esto deberíamos de pensar la próxima vez que alguien nos señale ciertas actitudes con el propósito de emularlas o de criticarlas y nos diga que nuestras preferencias y sensibilidades obedecen a que con clase“ se nace.” Bourdieu estaría en desacuerdo con tal afirmación y nos instaría a pensar exactamente en los momentos y contextos en los cuales nosotros, o nuestra familia adquirieron sus gustos, preferencias, sensibilidades y actitudes de clase.