Esta mañana visitando la página de El Chamuco Virtual me encontré con este fantástico y a la vez deprimente poema de Pedro Miguel. Excelente. Aquí pongo la liga también, para los que deseen visitar la revista. Pedro Miguel captura en verso el terrible clima que impera en México como consecuencia de la prácticamente guerra civil en la que el presidente Calderón ha enfrascado al país, la llamada "Guerra contra el narcotráfico" que ya ha cobrado más de 23,000 vidas en tan sólo cuatro años. Tres veces más que la guerra sucia en Argentina durante la dictadura militar en los setentas, y siete veces más que los muertos durante la dictadura de Pinochet en Chile la cual duró más de quince años. Por lo menos ciertos aspectos de la libertad de expresión aún se conservan en la mal llamada "democracia mexicana", aunque no para todos, pues también esta guerra ha ocasionado la muerte de muchos periodistas y el autosilenciamiento de otros, así como de la complicidad o autocensura de académicos e intelectuales. Ojalá y disfruten el poema.
EL PAÍS DE HERODES
por Pedro Miguel
La prima de la esposa del pelele,
junto con otros socios codiciosos,
participa en negocios horrorosos
con un saldo fatal que cómo duele:
arden cincuenta niños todavía
en el recuerdo de la guardería.
Aparte de los muertos de Hermosillo
(Felipe los querría ya olvidados)
muchos otros se encuentran atrapados
en las garras inmundas de Gordillo.
“Pues den gracias —Lujambio los consuela—
que alcanzaron lugar en una escuela”.
—¿ “Pizarrón digital”? ¿“Enciclomedia”?
Ya vayan superando esa añoranza:
aquello fue un engaño y una transa
en la escena anterior de esta comedia.
Aquí verán más bien, si abren los ojos,
escuelas con goteras y con piojos.
Qué maravilla de país tenemos,
que descuida y que mata a sus infantes:
si exceso de chavitos hubo antes
hoy, en números claros, habrá menos.
Los que quedan están en la picota
por los efectos de una guerra idiota.
Dieciséis estudiantes, quinceañeros
algunos, cuando fueron masacrados,
fueron póstumamente calumniados:
Calderón los tachó de pandilleros.
Permite que los maten, y resulta
que luego los difama y los insulta.
Igual pasó con esos excelentes
estudiantes del Tec de Monterrey:
los matan los soldados, pero un güey
los acusa, sin más, de delincuentes.
Por cierto: Gómez Mont, el leguleyo,
sigue sin explicar cómo fue aquello.
En la nación antaño diamantina,
mal tiempo están pasando los menores:
son víctimas de curas violadores
o bien un militar los asesina
y por si algo faltara en esta trama,
alguien puso a Paulette bajo la cama.
Recae en el copetes Peña Nieto
de ese episodio sórdido la carga.
Imaginen qué vida tan amarga
si llega a presidente tal sujeto:
tendríamos muertitos picarones
escondidos en mantas y colchones.
¿Y qué espera al menor que, pese a todo,
burla al sardo matón, al cura obseso,
de alguna guardería sale ileso,
sobrevive al plantel lleno de lodo?
Pues le falta pasar por una prueba
lóbrega, peligrosa y que da hueva:
Si desean borrarle la sonrisa,
la inteligencia, el brillo en la mirada,
sométanlo a tortura desalmada
con la programación de Televisa
y en un rato estará babeante, lelo
y más descerebrado que Chabelo.
Ínflenlo de Mundet y Coca Cola,
“nútranlo” con Pan Bimbo y Sabritones,
denle a tragar Gansitos a montones,
que pronto lo tendrán hecho una bola
y todo un clon (ya lo verán ustedes)
de Agustín Carstens y Beatriz Paredes.
—¿Y qué destino cabe al pobre extremo,
al que no tiene acceso ni a la tele?
—Caray, que se entretenga y se consuele
con piedra, con cannabis o con chemo:
la autoridad se encargará que sobre
cemento para darle al niño pobre.
Espurio: si has llevado a tu gobierno,
junto con oligarcas y maleantes,
a vasta destrucción de los infantes
y a pediátrica dosis del Infierno,
ya que maltratas niños y los jodes,
bautízate Felipe Calderodes.
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